El Mississippi es río de pecho ancho; es un
infinito y oscuro hermano del Paraná, del
Uruguay, del Amazonas y del Orinoco.
Es un río de aguas mulatas; más de cuatrocientos
millones de toneladas de fango insultan
anualmente el Golfo de Méjico, descargadas por él.
Tanta basura venerable y antigua ha construido un delta,
donde los gigantescos cipreses de los pantanoscrecen de los despojos de un continente en perpetua
disolución y donde los laberintos de barro, de
pescados muertos y de juncos, dilatan las fronteras
y la paz de un fétido imperio. Más arriba, a la altura
del Arkansas y del Ohio, se alargan tierras bajas
también. Las habita una estirpe amarillenta de
hombres escuálidos, propensos a la fiebre, que
miran con avidez las piedras y el hierro, porque
entre ellos no hay otra cosa que arena y leña y
agua turbia.
Ólro sobre tabla |
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