sábado, 28 de diciembre de 2013

MALDITO REALISTA

               





                ¡Eh!, maldito realista, ¿querrías tú, por casualidad, producirme
                una ilusión, tal que yo me imagine asistir en realidad al
                espectáculo que pretendes ofrecerme? 
                Es de la cruel realidad de los objetos de lo que huyo, cuando 
                me refugio en la esfera de las creaciones del arte.
                ¿Qué me importan tus personajes verdaderos, que encuentro en la calle
                sin esfuerzo de hojear tu libro? Al menos soy dueño de desviar la vista de allí,
                cuando los encuentro bajo mis pasos, mientras tú,
                tú me haces ver toda la mugre y toda la miseria.





Lápiz sobre papel. Como matarlos.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Una vida emocionante





Soy un fumador feliz. Y me quedo en Bridlington, es un buen 
lugar en el que ver cómo se te va acabando el dinero. Creo que soy
bastante codicioso, pero no por el dinero, pues eso puede 
convertirse en una carga. Lo que codicio es una vida emocionante.
Quiero que sea emocionante a todas horas y el caso es que lo
consigo. Por otro lado, es cierto que soy capaz de encontrar
emoción en las gotas de lluvia cayendo sobre un charco, cosa que
no le ocurre a todo el mundo. Mi intención es disfrutar de esas
emociones hasta el día en que desaparezca.



Lápiz y papel sobre tela. 200 x 150 cmts.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El artista no tiene vocación de soledad



Hay otro motivo para la soledad. El artista penetra en las comarcas inexploradas, en esa selva virgen del espíritu donde habitan los más terribles engendros del terror y de la angustia. Es la zona de todos los riesgos. Allí nadie lo acompaña. Esta solo con su delirante empeño de penetrar en lo más profundo, en lo más denso, en alcanzar lo mas distante, lo inalcanzable. Así penetra en la comarca del amor hasta su ultimo limite para descubrir su apasionante misterio, allí donde el placer físico y la unción religiosa se encuentran, allí donde se produce la metamorfosis de la carne en espíritu, allí donde el amor aparece como el principio y fundamento de todas las cosas, y la ley única que preside a todos los movimientos posibles.
Esta exploración por territorios nunca transitados es la que rehuye el hombre común. El artista es un exiliado más allá de las fronteras de una vida social. Ya no se trata de ser pisoteado, se trata de algo más grave: nadie lo acompaña.
Pero el artista no tiene vocación de soledad, todo lo contrario: tiene la vocación del amor, y ese amor se vuelca hacia el universo entero, y en primer termino hacia los otros hombres, hacia todos los hombres. No ve en ellos maldad, sino simplemente desamparo. Los ve más terriblemente solitarios que él mismo, en medio de su bullicio y de su simulada alegría, y los ve más solitarios porque ignoran serlo, con lo que su soledad no tiene salida, creando esa angustia y ese malestar que desembocan en la agresividad y en el odio.

Oleo sobre tabla



domingo, 1 de septiembre de 2013

Poeticamente





Vivir poéticamente implica una concepción del mundo distinta de la habitual. Muchos falsos poetas creen que basta con emborracharse, ser irresponsables o amorales para lograrlo. Se puede vivir poéticamente como Mallarmé, siguiendo las normas de vida de un pequeño burgués, y también se puede vivir poéticamente en el desorden, como Rimbaud , o Dylan Thomas o muchos otros. El aspecto exterior de la vida tiene tan poca relación con la autenticidad de la conducta poética como la tienen el color de la piel, los cabellos o los ojos. Para vivir poéticamente es necesario comenzar por sumergirse en lo mas profundo del propio yo, para trascenderlo y entrar en comunión con el mundo.



Oleo sobre tabla

lunes, 15 de julio de 2013

Boca de zorra

El futuro gana terreno sobre la piel humana y sobre los otros órganos. Todo esta en disputa y toda disputa pasa por el cuerpo. Yo fui consciente de esto por primera vez mirando el interior de una boca. De repente se me ocurrió que ahí, dentro de la boca de una persona que ha vivido al menos una treintena de años, están visibles todos los resabios de la lucha entre lo que hay de humano y lo que hay de animal en el hombre. La boca es tanto centro de lo humano como de lo animal y con el paso de los años la disputa deja rastros casi horripilantes. En ocasiones espío el interior de una boca con el solo interés de ver los despojos que han quedado en el campo de batalla. El interior de una boca es algo notable. Toda filosofía de la historia debería empezar por ahí. Es increíble que entre los odontólogos no haya surgido un filosofo o un pensador de fuste. Deben ser muy burros para que no haya habido ninguno. Si yo hubiera visto muchas bocas (especulo alegremente) alguna sabiduría profunda acerca de la especie humana se me hubiera impregnado. Es probable que, como ocurre siempre, ellos no vean lo que tienen delante de los ojos: las huellas de esa lenta masticación de angustias humanas y de miedos animales que buscan su lugar en la boca, disputándose el espacio. Tal vez en verdad yo haya caído en la cuenta de esa lucha al oír las masticaciones que mi madre hace de su risa de zorra, la que no puede sino surgir de su vieja boca de zorra ya que en ella el animal ha triunfado.



"Pulmonaria I" Lápiz y tinta sobre papel

sábado, 16 de marzo de 2013

Nuestra necesidad de consuelo es insaciable.




Estoy desprovisto de fe y no puedo, pues, ser dichoso, ya que un hombre dichoso nunca llegará
a temer que su vida sea un errar sin sentido hacia una muerte cierta. No me ha sido dado en
herencia ni un dios ni un punto firme en la tierra desde el cual poder llamar la atención de dios; ni
he heredado tampoco el furor disimulado del escéptico, ni las astucias del racionalista, ni el
ardiente candor del ateo. Por eso no me atrevo a tirar la piedra ni a quien cree en cosas que yo
dudo, ni a quien idolatra la duda como si ésta no estuviera rodeada de tinieblas. Esta piedra me
alcanzaría a mí mismo ya que de una cosa estoy convencido: la necesidad de consuelo que tiene
el ser humano es insaciable.
Yo mismo persigo el consuelo como el cazador su presa. Por donde quiera que en el bosque lo
vislumbre, disparo. A menudo no alcanzo más que el vacío; pero alguna que otra vez cae a mis pies
una presa. Y como sé que el consuelo no dura más que el soplo del viento en la copa del árbol, me
apresuro a apoderarme de ella.
¿Y qué tengo entonces entre mi brazos? Puesto que estoy solo: una mujer amada o un desdichado
compañero de viaje. Puesto que soy poeta: un arco de palabras que no puedo tensar sin un
sentimiento de dicha y de horror. Puesto que soy prisionero: una súbita mirada hacia la libertad.
Puesto que estoy amenazado por la muerte: un animal vivo aún caliente, un corazón que palpita
sarcásticamente. Puesto que estoy amenazado por el mar: un arrecife de duro granito.
Pero también hay consuelos que me llegan como huéspedes sin haberlos invitado y que llenan
mi aposento de odiosos cuchicheos: Soy tu deseo - ¡ama a todo el mundo! Soy tu talento -¡abusa
de él como abusas de ti mismo! Soy tu sensualidad - ¡solamente viven los sibaritas! Soy tu soledad
-¡menosprecia a los seres humanos! Soy tu deseo de muerte -¡corta!
El equilibrio es un listón estrecho. Veo mi vida amenazada por dos poderes: por un lado, por
las ávidas bocas del exceso; y por otro, por la avara amargura que se nutre de sí misma. Pero
rehuso elegir entre la orgía y la ascesis, aunque sea al precio de una confusión mental. Para mí no
basta con saber que, puesto que no somos libres en nuestros actos, todo es excusable. Lo que
busco no es una excusa a mi vida sino todo lo contrario a una excusa: la reconciliación. Al fin me
doy cuenta que cualquier consuelo que no cuente con mi libertad es engañoso, al no ser más que
la imagen reflejada de mi desespero. En efecto, cuando mi desespero me dice: Desespera, puesto
que cada día no es sino una tregua entre dos noches, el falso consuelo me grita: Espera, pues cada
noche no es más que una tregua entre dos días.




Lápiz sobre papel

lunes, 11 de febrero de 2013

Desde donde estoy


Deseo volver a dibujar. Dibujar las imágenes que en este tiempo se han dibujado
dentro de mí. Dibujar el silencio de los álamos. Dibujar el borde de las llamas. Dibujar
el aire. Dibujar el olor a comida cocinándose. Dibujar el sonido del silencio. Dibujar
lo que no se ve; las "sombras proyectadas"; el espacio entre estrella y estrella; una
distancia determinada; el espacio; mi respiración; el aire frío de la mañana; lo que
ahora está ocurriendo; un estremecimiento; la superficie del mar y la inclinación de
los pastos; un resplandor; El regreso del señor Lafuente; un estímulo; lo que ya dibujé;
figuras; fuera de la Ley; sin auspiciantes; sin asistentes; sin marchand; sin galería de 
arte; sin curadores a mi alrededor; sin urgencias; sin mandato; sin canon; sin trampas;
sin objetivo; sin plazos; sin estilo; sin restricciones; sin parpadear; sin Miedo; sin
originalidad; sin pretensiones; sin yo; sin aire; sin embargo; sin especular; sin mentir; 
sin dolor; sin culpa; sin soporte; sin tiempo; sin orgullo; sin alteraciones; sin trucos; sin
estridencias; sin rumbo; sin conclusiones; sin sentencias; sin testigos; sin luz; sin tierra;
sin obligación; sin cómplices; sin artilugios; sin respirar.
         Dibujar el murmullo de un suspiro. (Desde donde estoy).




Lapiz sobre papel. De la serie "Rodchenko"