Penetraron inexplicablemente
quince monos en mi habitación.
Comencé a llorar,
a pedir auxilio.
Y mis vértebras hervÃan.
Uno de los monos tenÃa un revolver
y comenzó a disparar.
En menos de un minuto
eliminó a los otros catorce.
¡Ahà vi mi aventura!
¡Como se deslizaba fatalmente mi suerte!
Luego me habló de la muerte absoluta,
algo con lo que adverti que dañaba mi conciencia.
Me apuntaba mientras tanto
y le suplique que se fuera.
Pero el mono me disparó a mà también
Mientras morÃa,
vi renacer a los simios.
Recordaban la vida rápidamente
y se escapaban de mi cuarto.
Lapiz y acrilico sobre papel. |
Oh si,por supuesto que ustedes saben,porque me han visto caer de rodillas ,suplicante .
ResponderEliminarSépanlo señores no,no soy un animal domestico,soy la voz de los trasnochados
la mugre de los altillos
el sueño de los locos
el vicio de muchos y la moneda de pocos